miércoles, 5 de enero de 2011

Curanderismo medieval. Zurcidoras de virginidades



Remendar virgos, reedificar doncellas, zurcir virginidades y otras expresiones literarias, fue una habilidad muy particular de unas personas especiales, que existieron en la época medieval. Un cometido seguramente magnificado y sobredimensionado por las maravillosas plumas e imaginación de Fernando de Rojas, Cervantes, Quevedo y Lope de Vega.

La palabra alcahueta, procedente del árabe, significaba intermediaria, término que se usaba para referirse a personas que facilitaban una relación amorosa generalmente ilícita; se trataba de un oficio mal visto, cercano a la perversión y a la prostitución. Las alcahuetas tenían también algo de curanderas, brujas y alquimistas; fabricaban en sus casas perfumes, aceites corporales, bálsamos y estimulantes, para ayudar en los juegos del amor.

El himen es una membrana fina y frágil situada en el introito vaginal, con numerosas variantes anatómicas; su desgarro, en ocasiones, -podría haberse producido accidentalmente en los trigales del señor Conde-, pero “el himen intocado”, venía a representar no haber tenido contacto con varón y tenía una gran importancia moral; numerosas mujeres han necesitado una especie de certificado de virginidad para acceder a un reinado o a un matrimonio.

Algunas alcahuetas, mujeres mayores, en ocasiones antiguas prostitutas, se especializaban en zurcidos vaginales, para hacer aparentar que sus jóvenes mujeres protegidas o explotadas, no habían perdido la virginidad

La técnica más empleada era la directa, el zurcido; se usaban unas pequeñas agujas unidas a pellejos de vejiga, que iban de un lado al otro de la membrana desgarrada, hasta llegar a juntar todo. Se mencionan en la literatura, las agujas enhebradas con hilos de seda en puntos sueltos anudados. Cuando ya no era posible el arreglo, sustituían el himen por unas pequeñas y finas hojas, colocadas y sujetas hábilmente, en la misma posición de la referida membrana.

En la Celestina de Fernando Rojas se cuenta la historia de la más famosa alcahueta, maestra de “facer virgos”, que rehizo, según propia expresión miles de ellos, y que llegó a vender, como virgen hasta en tres ocasiones a una sirvienta suya, para satisfacer los caprichos de un embajador francés. También nos ha llegado a través de escritos, la historia de una famosa prostituta, que llegó a engañar, a incautos clientes, hasta en nueve ocasiones.

Nadie hubiera podido imaginar entonces, que la moderna cirugía plástica del siglo XXI volvería a resucitar nuevamente estas intervenciones.

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